El pasado 26 de noviembre, la Unión Europea anunciaba que será posible gozar de conexión 5G durante los vuelos. Esto comportará la no obligatoriedad del uso del "modo avión". Una configuración con más de 10 años de vida, inventada en principio para su uso durante los vuelos en avión.
¿Por qué nació el "modo avión"?
Su nombre lo indica. El “modo avión” nació para facilitar las comunicaciones entre tripulación del vuelo y controladores. En la década de los 90, se defendía que las tecnologías de transmisión de señales y radiofrecuencia podían afectar a las comunicaciones de los pilotos, con pequeñas interferencias y molestos “clics” audibles. Por eso, se acabó implantando la obligatoriedad de llevar el teléfono sin conexión alguna a los sistemas operativos que iban emergiendo. El modo avión de iOS y Android.
Avance tecnológico 5G
El adiós al 'modo avión' puede hacerse porque, gracias al avance de la tecnología, ahora es posible designar determinadas frecuencias para el uso del 5G
Esta tecnología evita que se solapen las frecuencias con las comunicaciones o indicadores del avión. El servicio móvil se prestará desde una «pico-célula» (una especie de router) que se colocará en la cabina del avión, permitiendo conectar a los usuarios y la red a través de satélites.
Lo que la tecnología que vendrá nos permitirá estar cada vez más conectados, estemos donde estemos.
La cobertura prevista
Si bien se habla de wifi a bordo, la Comisión Europea se refiere al 5G.
Hasta ahora los servicios a bordo conectaban la tierra con el avión con antenas especiales como China, o por satélite como Occidente.
Y los pasajeros se conectaban a un rutero wifi embarcado, que es lo mismo que seguirá ocurriendo en el transporte terrestre con las nuevas frecuencias aprobadas por Bruselas.
En cambio, a bordo de los aviones habrá la misma cobertura 5G que en el suelo, porque los aparatos llevarán lo que se llama una picocela. Es una antena 5G real que hace de repetidor de la red 5G de la compañía.
Se llaman picocelas porque están medio camino entre las antenas macro que vemos en las azoteas de las casas y las femtocelas conectadas por fibra óptica que algunas telefónicas instalan en empresas y hogares donde no llega directamente su cobertura 5G.
La diferencia con los sistemas anteriores es que las redes de satélites de telecomunicaciones de órbita baja son cada vez más densas y el precio del servicio ha caído en picado.
Esto hace referencia a constelaciones comerciales como Starlink de Elon Musk, OneWeb del gobierno británico, Kuiper de Jeff Bezos o incluso la catalana Saleliot, con nuestro nanosatélite Enxaneta.
Todas están pensadas para dar cobertura, en muchos casos 5G, tanto en zonas rurales como en aviones en vuelo y barcos en alta mar.
Cada vez, por tanto, hay más satélites, y para más aplicaciones.
Precisamente esta semana Apple debe activar en EEUU el servicio de mensajes de emergencia de los iPhone 14, que se conecta a los satélites de Globalstar.
Antes lo había presentado Huawei, con cobertura de la red china Beidou. Y acaba de saberse que Samsung prepara para el Galaxy S23 que presentará en febrero una función avanzada para transmitir no sólo mensajes de emergencia, sino también imágenes de baja resolución.
En ese caso con los satélites de la red Iridium, ahora propiedad del grupo francés Thales.
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